3 de Mayo 2020
Una recesión global nunca vista

Nadie podía prever lo que iba a suceder cuando, el 31 de diciembre, China alertó a la OMS de varios casos de una cepa inusual de neumonía en Wuhan. Para ralentizar la propagación del virus, los líderes mundiales no tuvieron otra alternativa que adoptar estrictas medidas de confinamiento, suspender viajes, cerrar escuelas, aplicar cierres temporales de empresas y aumentar el teletrabajo.

Estas medidas han provocado prácticamente el cierre de la economía mundial, y los datos reflejan un deterioro importante, sobre todo en cuanto a las cifras de desempleo y a los PMI del sector servicios. Las peticiones de subsidios por desempleo en EE. UU. ascendieron a 6,648 millones la semana del 28 de marzo. Si lo ponemos en perspectiva, en marzo de 2009, durante la peor semana de la crisis financiera solo hubo 665 000. El índice PMI compuesto de la zona euro marcó un mínimo histórico en los 29,7 puntos, ya que las medidas para contener el coronavirus han paralizado muchas empresas.

Esta recesión dista mucho de otras que se han visto en el pasado, ya que es el sector servicios el que se ha visto especialmente afectado. Durante la crisis de 2008-2009, por ejemplo, los sectores industriales y la construcción fueron los principales responsables de la reducción de la producción y de la pérdida de puestos de trabajo.

Las recesiones económicas suelen ser consecuencia de desequilibrios, como ocurrió en la crisis financiera mundial. El estallido de la burbuja inmobiliaria y crediticia tuvo efectos devastadores en los balances de las instituciones financieras y en los hogares, lo que provocó una reacción en cadena en la caída de la demanda y de las valoraciones de los activos, lo que agudizó aún más la caída de la economía y retrasó su recuperación. Sin embargo, esta recesión tiene su origen en un factor externo, y las balanzas de los bancos y de los hogares estan más saneadas que antes de la crisis de 2008, lo que debería ayudar al proceso de recuperación.

La respuesta de los responsables políticos tampoco tiene precedentes en cuanto a su magnitud y tiempo de aplicación. El paquete de medidas de estímulo fiscal representa el 2,9 % del PIB mundial y sigue en aumento. Esta cifra es bastante superior a la de 2009, cuando alcanzó el 1,66 %, y excluye los planes de garantía de crédito para préstamos. Las autoridades monetarias han recurrido a una compra ilimitada de activos cercana al 10 % del PIB en muchos países desarrollados, lo que ya ha contribuido a la reapertura de los mercados de financiación.

Sin embargo, la variable más importante para calcular el impacto económico mundial y la velocidad de la recuperación es la duración de las medidas de contención y si se pueden evitar nuevos cierres en el futuro. Hay esperanza si extrapolamos la experiencia de China. El sector industrial chino se recuperó en marzo cuando las autoridades levantaron algunas restricciones y permitieron la reapertura de las fábricas. El Índice de Gestores de Compras escaló hasta los 52 puntos desde el mínimo histórico de 35,7 alcanzado en febrero, pero los expertos advierten que la economía no se ha recuperado por completo.

El impacto en el crecimiento mundial será mayor que durante la crisis financiera global. Sin embargo, como mucho, solo deberíamos registrar dos trimestres de crecimiento negativo. Si las restricciones a la movilidad no se amplían y los dirigentes son capaces de revertir el desempleo, no creemos que la situación actual derive en una recesión prolongada. No obstante, la recuperación será lenta, ya que las restricciones se levantarán de forma gradual para evitar una segunda oleada de infectados, y los consumidores y las empresas se mostrarán cautos a la hora de reanudar el gasto.

Jadwiga Kitovitz, CFA®
Directora Gestión Multiactivo y Clientes Institucionales de Crèdit Andorrà Asset Management

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