
La renta variable fue, de lejos, el activo con mejor comportamiento durante el primer semestre del año. La periferia europea (excepto Italia) y los mercados emergentes lideraron el camino, con Estados Unidos en medio del grupo y Japón rezagado al final. Y pensamos que la tendencia puede continuar durante el segundo semestre a pesar de las potenciales turbulencias veraniegas.
A principios de año estábamos positivos en renta variable, creyendo que la subida de final de año todavía tenía recorrido gracias a varios factores que jugaban a favor de los activos de riesgo. Una recuperación global sincronizada, resultados políticos favorables y unos fuertes resultados del primer trimestre ayudaron a cumplir los pronósticos.
En Estados Unidos, el rally postelectoral vio grandes rotaciones a nivel sectorial. A mediados de diciembre, con las subidas de tipos y el acuerdo de la OPEP, financieras y energía tuvieron un muy buen comportamiento, al contrario que los defensivos. De mediados de diciembre a junio, con el rango de tipos de interés limitado y las nuevas caídas del precio del petróleo, hubo un amplio reverso en el comportamiento. Los defensivos tuvieron buen comportamiento, mientras que financieras y energías fueron los mayores lastres. Tecnología tuvo un buen comportamiento durante la mayoría del primer semestre.
En ese momento no estábamos seguros de cuánto podría durar la tendencia positiva, y aunque seguimos sin estarlo, parece que la base para el buen comportamiento de la renta variable sigue ahí.
En primer lugar, aunque el momentum de crecimiento se ha suavizado marginalmente, aún es robusto y los recientes datos decepcionantes de inflación seguramente se deban a factores temporales. En segundo lugar, el mercado parece haber aprendido a vivir con volatilidad política, la cual tampoco vemos que vaya a escalar en los próximos meses. En tercer lugar, los bancos centrales se mueven de forma extremadamente gradual hacia estrategias de salida que permiten que las condiciones monetarias sean muy laxas. Aunque suban los tipos de interés hasta máximos recientes o un poco más, será un reflejo del crecimiento robusto y la normalización de la inflación.
Finalmente, aunque las valoraciones están más ajustadas que hace seis meses, debemos tener en cuenta que pueden ser efectivas para predecir los retornos a más de 5 años pero son malos indicadores de rendimientos a corto plazo y suelen excederse en el final del ciclo.
La trayectoria de la yield del bono probablemente será el factor clave en el liderazgo sectorial. Si la curva logra empinarse gradualmente, los bancos y otros sectores más cíclicos deberían liderar el camino. Si no, probablemente lo hagan los defensivos. Seguimos sobreponderados en Europa y Japón (cubiertos en divisa) e infraponderados en Estados Unidos. También creemos que el contexto actual (un dólar más débil, una recuperación global sincronizada y bajos tipos de interés) es favorable para los mercados emergentes, prefiriendo las regiones que se benefician de las dinámicas internas positivas y que no están expuestas a las materias primas, como Corea.
Así pues, ¿qué podría zarandear el barco en los próximos meses?
¿Escalada de tipos de interés? Sin una inflación agresiva, los bancos centrales seguirán siendo cautos.
¿Caída del petróleo? Comparado con 2015-16, la caída del precio del petróleo no preocupa tanto, pues tres años de precios bajos han acelerado los ajustes.
¿Retrasos en la agenda de Trump? El optimismo sobre la presidencia de Trump ha empezado a mermar y aun así el crecimiento debería permanecer por encima de la tendencia.
Sí, el sentimiento es muy complaciente ahora mismo y la volatilidad veraniega es la norma, pero creemos que no es probable que se convierta en algo mucho más grave, al menos no todavía. Lo veríamos como una oportunidad de compra, siempre que el contexto presente no cambie radicalmente.