1 de Febrero 2023
Se prevé una recesión leve

Es probable que la inflación haya tocado techo en 2022 y que mejore de ahora en adelante, aunque se mantendrá en niveles elevados. Las condiciones financieras seguirán endureciéndose, y se prevé que los EE. UU. entren en una leve recesión en 2023 debido al aumento del desempleo. En cuanto a la zona euro, la región se enfrenta a la carga añadida de la crisis energética.

Por tercer año consecutivo, la inflación es clave para determinar la dirección de la economía. Aunque el índice de precios al consumo se frenó ligeramente en otoño, se mantiene muy por encima de los objetivos de los bancos centrales, y es probable que siga así.

Es alentador que algunos de los factores que alimentaron la inflación a principios de 2022 hayan empezado a desaparecer. Los precios de los bienes de consumo bajaron según se relajaron las limitaciones en las cadenas de suministro. El precio del petróleo ha vuelto a los niveles de enero de 2021, en parte gracias a cierta recuperación de la producción.

Por tercer año consecutivo, la inflación es clave para determinar la dirección de la economía

Sin embargo, el mercado laboral estadounidense sigue mostrando su solidez, lejos de alcanzar el nivel propio de una inflación no acelerada y con un ajuste muy lento. Aún con un gran desequilibrio entre oferta y demanda de mano de obra, un desempleo estable del 3,7 % y una tasa de crecimiento interanual de los ingresos promedio por hora del 5,1 %.

La combinación del aumento de ofertas de empleo, el bajo número de solicitudes semanales al seguro de desempleo y el fuerte crecimiento salarial apuntan a la necesidad de un endurecimiento continuo de las condiciones financieras. Si la Reserva Federal quiere frenar la inflación y evitar una espiral inflacionaria, antes deberá haber un aumento del desempleo.

La demanda de los consumidores se ralentiza y lo hará aún más a medida que los ahorros acumulados se agoten y aumente el desempleo

En este sentido, y a pesar de reducir el ritmo de las subidas de los tipos de interés, creemos que la Reserva Federal no cambiará de rumbo en 2023 y no se volverá acomodaticia. Esta autoridad financiera se preocupa más por evitar caer en el error de unas políticas de austeridad insuficientes que por incurrir en un endurecimiento excesivo.

Las políticas monetarias más restrictivas actúan ahogando la demanda, lo cual está empezando a ocurrir. El sector de la vivienda, sensible a los tipos, es el que más está sufriendo y podría haber entrado ya en recesión.

La demanda de los consumidores se ralentiza y, probablemente, se ralentizará aún más a medida que los ahorros acumulados empiecen a agotarse y aumente el desempleo. De hecho, el exceso de ahorro que los estadounidenses acumularon durante la pandemia se ha reducido de 2,3 a 1,2 billones de dólares, según datos de la Reserva Federal.

Probablemente la recesión de la zona euro ya comenzase en el cuarto trimestre de 2022, ya que la región se enfrenta al desafío de la crisis energética.

El mercado europeo del gas sigue en un contexto complicado a pesar de que los países europeos consiguiesen reducir su dependencia de las importaciones de gas ruso recurriendo a Noruega, Estados Unidos y Oriente Medio, además de fuentes de energía alternativas. 

Como nota positiva, es probable que la inflación descienda por los nuevos topes de los precios de la energía, y al menor poder de las empresas para fijar los precios y a los efectos de base.

Controlar la inflación es más importante a largo plazo que el daño de una desaceleración a corto plazo

No obstante, las presiones inflacionistas pesan sobre los beneficios empresariales y la renta real de los consumidores, reduciendo la inversión y el consumo. Se espera que los mercados laborales se debiliten por la recesión, afectando aún más al gasto del consumidor.

Aunque es probable que el Banco Central Europeo tenga dificultades para alcanzar un consenso que le permita subir los tipos de interés ante la desaceleración del crecimiento, controlar la inflación es más importante a largo plazo que el daño de una desaceleración a corto plazo.

El año pasado observamos algunas de las consecuencias del aumento de la inflación y los tipos de interés sobre el crecimiento económico. Sin embargo, el endurecimiento de las condiciones financieras actúa con retraso y aún no hemos apreciado su pleno impacto, ya que la economía se benefició a lo largo de 2022 de un consumidor todavía fuerte, con una elevada tasa de ahorro y escaso desempleo.En 2023, las ramificaciones serán más evidentes, y esperamos ver un crecimiento negativo a ambos lados del Atlántico.

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Jadwiga Kitovitz, CFA®
Directora Gestión Multiactivo y Clientes Institucionales de Crèdit Andorrà Asset Management

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