
Si usted no se lo ha preguntado a sí mismo, seguramente sí que alguien le haya preguntado algo así alguna vez: “Y de todo mi patrimonio… ¿qué porcentaje debo invertir en bienes inmuebles (en inglés conocido como real estate)? ¿Qué porcentaje debo invertir en acciones de renta variable, bien directamente o a través de fondos? ¿Qué porcentaje debo invertir en bonos, directamente o a través de fondos? ¿Qué porcentaje debo invertir en private equity (inversión en capital privado de empresas que no cotizan en mercados organizados)?”
Les sorprenderá si les digo que la mayoría de asesores en la industria tratan de hacer una diversificación naíf o desenfadada entre todos estos tipos de activos, sin fijarse en una ciencia exacta para una correcta asignación. Y de aquellos que buscan algo más metódico, lo que finalmente termina predominando es el repartir la tarta en partes iguales, de manera que en cada momento del ciclo económico un activo funcionará mejor que otro.
Pero hoy queremos llamar la atención sobre la tendencia que existe últimamente de asignar cada vez un mayor capital a private equity, y cuál debería ser la cantidad más adecuada de su cartera para invertir en este activo.
Incrementando el peso en ‘private equity’
Muchos inversores con horizontes temporales de inversión largos están aumentando su asignación a fondos de private equity: para ganarse el retorno que ofrecen los gestores en ese campo, para obtener la prima de iliquidez y simplemente para diversificar.
TIAA Endowment & Philanthropic Services ha publicado un artículo sobre la creación y el mantenimiento de una cartera de private equity en el que concluye que existe un “límite prudente para asignar a private equity” por encima del cual podría haber riesgos significativos para las carteras. Pero el límite sugerido es alto: un 50%, con una proporción no financiada del 23% (y el resto pudiendo ser financiada). Sin embargo, además de ese límite superior en el cual podría estar expuesto a un riesgo significativo, en su paper también establecen un rango objetivo óptimo, con la parte alta situada en el 40%.
En conclusión, siempre que quiera estar dentro de lo óptimo, según TIAA Endowments, lo máximo que debe tener invertido en private equity sería un 40%. Y si no quiere estar expuesto a riesgos significativos nunca pase del 50%.
¿Cómo llegan a esa cifra?
El análisis de TIAA Endowments utiliza un modelo de Montecarlo, basado en que solo hay tres clases de activos: renta variable, renta fija y private equity. Supone, además, que las inversiones en renta variable generarán un 7% anual de rentabilidad (con un 15% de volatilidad) y que la renta fija proporcionará un 3% (con solo un 5% de volatilidad). En sus simulaciones de Montecarlo analizan lo que va sucediendo desde que se asigna un 0% a private equity y lo van subiendo paulatinamente hasta encontrar ese punto óptimo.
Asimismo, se asume que para la inversión en private equity no se tiene un control sobre la cantidad y momento exacto del año en que es requerido el capital, igual que sucede en la vida real. Pero sobre el capital anualmente comprometido sí que se tiene control, así como el perfil de riesgo de los activos que están “esperando” a ser invertidos en private equity. Ya saben, en la inversión en private equity se puede haber comprometido capital para, por ejemplo, dentro de cinco años, pero efectivamente hasta dentro de cinco años no nos lo solicitarán.
Conclusiones
Una de las conclusiones del estudio es que a medida que se alarga el horizonte de inversión temporal, más oportuna es la asignación a private equity. De este modo, sólo en el caso de que el horizonte de inversión temporal sea superior a 30 años entonces podría llegar a ser oportuno una asignación superior al 40% ya comentado arriba.
Por otro lado, para inversiones a 10 años vista, el porcentaje adecuado a private equity debería ser más cercano al 30%. Y siempre por debajo de ese 30% para inversiones con un horizonte inferior a 10 años.
Otra de las conclusiones importantes es que el capital que tenemos esperando a ser llamado en el corto plazo es más eficiente tenerlo invertido en renta variable, dado que la prima de iliquidez de otro productos no compensa el acierto en el momento adecuado para invertir en private equity cuando nos lo están solicitando.
Claro que a priori se podría pensar que a mayor asignación de nuestro patrimonio en private equity mayores retornos se obtienen, pero para un correcto equilibrio del riesgo de nuestra cartera es mejor que no perdamos de vista los niveles aquí descritos.