
La presión de venta sobre el dólar ganó impulso durante la segunda mitad de mayo, lo que refleja una recuperación global en los activos cíclicos. A medida que las economías han reabierto, los datos se han recuperado de sus mínimos, lo que indica que lo peor ya ha pasado. Este modo de apetito por el riesgo ha hecho que el dólar baje casi un 6 % desde sus máximos de marzo.
Hemos sostenido durante mucho tiempo que el dólar es caro y, con unos tipos de interés oficiales próximos al 0 %, ya no encuentra el apoyo de una rentabilidad elevada. De hecho, su popularidad podría disminuir incluso más entre los inversores que piden préstamos en una divisa con tipos de interés bajos para invertir en activos en dólares, que ofrecen tipos más elevados. Existe un consenso generalizado en la tendencia bajista del dólar ya que se espera que los activos europeos obtengan mejores resultados, dado que la región ha conseguido contener mejor la propagación del virus y reabrir su economía. Además, el BCE no prevé nuevos recortes de los tipos de interés, parcialmente responsables de la debilidad del euro, sino que ha ampliado su programa de adquisición de activos.
Sin embargo, la recuperación de los mercados ha sido espectacular, y las buenas noticias están descontadas y no dejan margen a ningún contratiempo. A corto plazo, no nos sorprendería ver una pausa en la tendencia a la baja del dólar ya que los mercados han subido mucho. Durante los volátiles meses de verano, el dólar podría recuperar parte de su estatus de activo refugio. La propuesta de un fondo de recuperación europeo impulsó el euro aliviando las preocupaciones fiscales en toda Europa, pero todavía tiene que aprobarse y hay margen para una decepción. El índice de sorpresas económicas de Citi ha alcanzado máximos históricos indicando una posible reversión de la tendencia de los datos a partir de ahora. Finalmente, la publicación de resultados también podría ofrecer más perspectiva.