
La liberación inicial de la demanda acumulada ha empezado a disminuir y existe un riesgo creciente de que sea necesario aplicar nuevas limitaciones a medida que aumentan las infecciones, lo que vuelve a frenar la recuperación. Este fue el caso durante el verano en los EE. UU. y ahora está sucediendo en Europa, ya que las escuelas han reabierto.
De hecho, los PMI más recientes en Europa cayeron por debajo de 50 a medida que los consumidores se preocupaban por una nueva ola del coronavirus y los gobiernos restablecían las restricciones. Sin embargo, aunque el número de casos sigue creciendo, la tasa de mortalidad disminuye, ya que las nuevas infecciones afectan a personas más jóvenes y menos vulnerables, y cabe destacar que estamos mejor preparados para controlar la propagación.
Según el resultado electoral en EE. UU., el apoyo fiscal en los próximos trimestres podría ser muy diferente
Pero, una vez más, los gobiernos se enfrentan a la difícil tarea de elegir entre la salud pública o una economía robusta. Aunque es muy difícil, las autoridades intentan lograr ambos objetivos, ya que ahora son plenamente conscientes de los daños económicos y han aprendido a tratar y gestionar mejor el virus. No obstante, este equilibrio no es nada fácil y las consecuencias de inclinarse más hacia un lado que hacia el otro seguro que chocan con la dura opinión pública.
Seguimos creyendo que el impacto de una segunda ola no será tan grave debido a un mejor tratamiento de la infección y, sobre todo, a la realización de pruebas que no solo permiten un aislamiento adecuado de los infectados, sino también que las personas vuelvan al trabajo antes. Además, podría aprobarse una nueva vacuna a finales de este año o principios del próximo que, aunque no resuelve el problema de la producción a gran escala, abre el camino hacia la normalización de la actividad.
Sin embargo, otros riesgos podrían nublar la recuperación. El apoyo fiscal en Europa y los Estados Unidos es casi el doble de los estímulos aplicados durante la crisis de 2008-2009 y la gran pregunta que se plantea es con qué rapidez se retirará este apoyo. Varias ayudas clave en los EE. UU. vencieron a finales de julio y la caída de los ingresos de los consumidores ya ha empezado a tener un efecto negativo en la economía.
Seguimos creyendo que el impacto de una segunda ola no será tan grave
El nuevo paquete fiscal sigue siendo objeto de debate, ya que ambos partidos se muestran reacias a llegar a un acuerdo antes de las elecciones. Según el resultado electoral, el grado de apoyo de la política fiscal en los próximos trimestres podría ser muy diferente no solo en las dimensiones sino también en los medios. Una presidencia de Biden con los demócratas tomando el Senado probablemente vería un riesgo alcista mientras que un triunfo de Trump y un congreso dividido probablemente llevaría a un bloqueo y a un riesgo bajista.
Por último, los bancos centrales han anunciado que mantendrán la actual postura acomodaticia durante los próximos años, lo cual es positivo, aunque su capacidad para añadir más estímulos es limitada. La Fed también ha anunciado que está dispuesta a permitir que la inflación sobrepase su objetivo anterior del 2%. No obstante, las fuerzas inflacionistas no parecen ser el principal riesgo: aunque hemos visto un cierto repunte de la medida en los últimos meses, el IPC se sitúa ahora en el 1,3%, muy lejos del umbral del 2%.
En conclusión, sigue habiendo cierta incertidumbre en cuanto a los estímulos fiscales y monetarios, la propagación del virus y la gravedad de las restricciones resultantes y, por último, la eventual aprobación de una vacuna y su posible aplicación. A medida que se desvelen estas cuestiones, las previsiones económicas se revisarán significativamente al alza o a la baja.