
En relativamente pocos años y gracias a lo que todavía llamamos nuevas tecnologías –pero que ya no son tan nuevas–, los cambios que estamos experimentando a nivel personal y empresarial no tienen parangón en la historia. Son continuos y acelerados, y no tienen vuelta atrás, tanto en lo que afectan a nuestra forma de vivir como en la forma de gestionar las organizaciones.
El cambio de mentalidad y la adaptación son clave para directivos y empleados. Y no hablo solo de las capacidades digitales, sino de una nueva forma de entender el mundo y las necesidades reales de las personas. Hoy tenemos ante nosotros retos impensables hace tan solo unos años, que entendemos en la teoría, pero que debemos ser capaces de traducir a la realidad: la globalización, la sostenibilidad… pero también la caducidad de los recursos naturales o el cambio climático.
La innovación requiere de la voluntad de las organizaciones de generar ideas que permitan desarrollar ventajas competitivas, no solo en beneficio de su propia rentabilidad como negocio sino también para la rentabilidad social
La capacidad de innovar juega un papel esencial a la hora de gestionar toda esa complejidad. A diferencia de la investigación, que requiere grandes presupuestos, notables recursos y mucho tiempo, la innovación no requiere trabajo de laboratorio. No es el fruto del trabajo de unos pocos muy cualificados, sino de la voluntad de las organizaciones de generar ideas que permitan desarrollar ventajas competitivas, no solo en beneficio de su propia rentabilidad como negocio, sino también para la rentabilidad social, es decir, de las personas. Y este segundo aspecto resulta esencial.
Crèdit Andorrà Financial Group ya innovó hace algunos años. De Andorra se proyectó al mundo ofreciendo productos y servicios de banca privada boutique; es decir, a medida y conociendo al cliente. Hoy, nuestra área de Innovación, Marketing y Nuevos Canales involucra a toda la organización para reinventar todo aquello que sea posible al servicio del cliente. En esta línea se inscribe el premio a la innovación que hemos recibido de la Confederació Empresarial Andorrana (CEA) por Merkaat, el primer asesor en inversiones digital de Andorra.
Crèdit Andorrà ya innovó hace años: de Andorra se proyectó al mundo ofreciendo productos y servicios de banca privada 'boutique'; es decir, a medida y conociendo al cliente
El mundo financiero también debe asumir que estamos ante un mundo nuevo. Y debe asumir esos valores transversales y emergentes que la nueva ciudadanía valora, como la responsabilidad social de su dinero. Es una cuestión que la banca privada deberá asumir más pronto que tarde. Si hoy la gran mayoría de transacciones bancarias o comerciales ya son en línea; si ya se está planteando trabajar desde donde resulte más eficiente tanto para el empleado como para la empresa; si se puede estudiar donde y cuando la persona quiera gracias a que la experiencia virtual resulta tan eficiente como la presencial; si ya estamos interconectados las 24 horas del día; si ya… ¿a qué esperamos el mundo financiero y bancario para darnos cuenta de que las nuevas generaciones –nuestros futuros clientes– se moverán por conductas con parámetros distintos, en un mundo donde las preocupaciones serán también otras?
Hace ya algún tiempo alguien hizo famosa la dicotomía Innovar o morir. Hoy, asumiendo lo que de verdad conlleva, debemos innovar para seguir. No solo porque no nos queda otro remedio, sino porque nos daremos cuenta de que, si lo hacemos bien, habrá valido la pena cambiar para progresar.
Artículo publicado en la edición del 17 de junio de 2018 del suplemento 'Dinero' de 'La Vanguardia'