
Llevamos mucho tiempo con la misma mezcla en la coctelera: inflación, represión financiera, quiebras de bancos, desglobalización, guerras… En definitiva, incertidumbre. Sin embargo, como asesor de inversiones, no puedo estar más ilusionado. Hoy en día tenemos volatilidad, tanto en los activos individuales como en la correlación entre estos y un activo como la renta fija, que está ofreciendo rendimientos positivos.
Utilizando el golf como símil, es como si antes jugáramos en un campo ancho, sin árboles, sin búnkeres, con greens fáciles y con una temperatura agradable, donde solo necesitábamos jugar con el drive y con algún hierro (largo renta variable, bonos de tesoro USA y USD) para hacer siempre birdie.
Ahora, el campo tiene árboles, un rough bastante frondoso, muchas trampas de arena, agua y greens con unas caídas de difícil interpretación (volatilidad, dispersión y alteración de las correlaciones). Además, por si esto fuera poco, las condiciones climatológicas son inestables y nos encontramos con bruma, viento y lluvia. Es el momento de desempolvar palos como el sand wedge y el propio putt o de salir del tee sin el driver para asegurar el golpe.
En el primer campo, cualquier golfista parece profesional, mientras que en el segundo hay que serlo de verdad para salir vivo. Como profesional del mundo de las inversiones, me encanta tener la opción de usar la bolsa completa, primero porque el mercado lo exige y eso significa utilizar todos los palos casi por igual: renta variable o fija, europea, americana, japonesa y emergentes, materias primas, fondos alternativos, divisas e instrumentos derivados. Un sinfín de alternativas que en el primer campo no solo no hacían falta, sino que incluso podían perjudicar nuestras inversiones.
El escenario actual exige imaginación y estrategia para hacer una asignación de activos diversificada, definiendo bien los pesos de cada uno para navegar en un entorno variable en el que no sabemos si habrá un vendaval, granizará o no veremos nada a causa de la niebla. En esas circunstancias, se trata de no hacer muchos golpes (preservar el capital), no de hacer muchos birdies (obtener rentabilidad). Demanda oportunismo y paciencia para esperar y aprovechar las oportunidades que nos da el campo en función de los movimientos de nuestra ”bola(tilidad)”. Las caídas de un determinado activo pueden ser una oportunidad de compra y, si al mismo tiempo, tenemos otros que han subido (óptima diversificación), podría ser razonable bajar el peso en estos, a la vez que subimos aquel.
Para acabar, hay que tener claro que la finalidad última es generar retornos positivos (ganarle los máximos golpes al campo) y, para ello, habrá que ser agresivo cuando las condiciones del segundo campo empiecen a parecerse a las del primero (la incertidumbre se acabará despejando). Mientras tanto, la estrategia, la imaginación, el oportunismo y la paciencia resultan fundamentales. Además de la técnica y el temperamento, cualidades que cualquier gran jugador de golf posee en grandes dosis.
Artículo publicado en la revista de abril de Rankia Pro.