
Opereta: se trata de un tipo de ópera musical, animada y anormal, cuya característica fundamental consiste en contar con una trama inverosímil y disparatada.
Introducción: “Nadie saldrá vencedor de una guerra comercial", Jinping. “Las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”, Trump.
1r acto: paneles solares. Trump impuso tarifas del 30%.
Reacción: La Unión Europea, China, Corea del Sur y Singapur fueron a la Organización Mundial del Comercio a presentar una demanda. Tres empresas canadienses protestaron porque las tarifas representan una violación del NAFTA. Mientras, los chinos están estudiando el dumping de soja por parte de EE. UU. en el mercado chino. Cabe destacar que el sorgo americano tiene más proteínas que el de Brasil o Argentina. Al mismo tiempo, el productor de paneles solares más grande de China (Jinko Solar) anunció la construcción de una planta en Jacksonville, Florida.
2o acto: el presidente Trump anunció un arancel del 25% para el acero importado y un arancel del 10% sobre el aluminio importado. Se espera que las tarifas entren en vigencia la próxima semana. A un presidente se le permite imponer aranceles a las importaciones en ciertos escenarios, cuando el departamento de Comercio considera que es en interés de la seguridad nacional. La vuelta de la producción de acero y aluminio a los Estados Unidos se está caracterizando como tal.
Final abierto: gobiernos y funcionarios comerciales de todo el mundo ya han declarado que están buscando medidas de represalia, aunque queda por ver qué industrias son blanco de tales acciones y en qué medida. ¿Se desatará una guerra comercial? No lo sabemos. En 1930, EE. UU. subió los aranceles mediante la ley anti-intercambio Smoot-Hawley, lo que desencadenó una guerra comercial devastadora que alargó y profundizó la Depresión de los años treinta.
En cuanto al impacto económico en EE. UU., es muy difícil saberlo dada la incertidumbre de cómo se aplicarán los aranceles. La “Trump House” (Casa Blanca) no especificó si las tarifas se aplicarían solo a las materias primas, a nivel de bienes intermedios o al nivel de bienes finales. Sin embargo, los primeros efectos derivados deberían ser mínimos.
Con respecto al PBI, los datos de la oficina del censo indican que EE. UU. importó 37.000 millones de dólares en hierro y acero el año pasado junto con 10.000 millones de dólares en metales no ferrosos (que incluyen el aluminio). Ambas cifras son casi insignificantes en relación con la economía, y combinadas representan solo el 0,2% del PIB total. Los fabricantes de acero y aluminio en “Make America….”, obviamente se beneficiarán, y es probable que los precios al consumidor aumenten pero muy poco. A pesar de la queja de MillerCoors de que un aumento del 10% en algunos de sus materiales de aluminio podría "llevar a pérdidas de empleos en toda la industria cervecera” (parece un argumento algo exagerado), las tarifas (de acuerdo con los analistas) solo impulsarían los precios al consumidor a 4,8 puntos básicos si se transmiten en su totalidad (se espera que algunos de los costos más altos los absorban las empresas antes de llegar al consumidor final). Esto es más o menos equivalente a un aumento de 0,09 dólares en los precios de la gasolina. Como tal, el coste adicional para los consumidores, incluso en el peor de los casos, no debería ser excesivamente alto. En el caso de la industria automotriz, el acero requerido para la fabricación en EE. UU. es de origen local en su mayor parte, por lo que el impacto de las tarifas directas puede ser manejable.
Wilbur Ross (secretario de Comercio) habló en la CNBC y restó importancia a los efectos negativos de las tarifas. Señaló que los aumentos de costes para los consumidores son insignificantes y dijo que la liquidación del mercado es una reacción exagerada.