28 de Marzo 2018
Flash macro y de mercados: guerras comerciales

Donald Trump sigue haciendo de las suyas, y el jueves pasado anunció nuevos aranceles sobre productos provenientes de China, cuya lista concreta no se desvelará hasta dentro de un par de semanas, pero que suponen un porcentaje muy relevante sobre el total. A lo anterior le acompañan restricciones a compañías chinas para invertir en sectores ligados a la tecnología y el anuncio de la apertura de litigios ante la Organización Mundial del Comercio por prácticas que vulneran la propiedad intelectual. Como saben los inversores reaccionaron con fuertes ventas que tienen hoy continuidad.

Desde el equipo de gestión de activos de Grupo Crèdit Andorrà, quisiéramos transmitirles unas cuantas reflexiones preliminares al respecto.

  • Una guerra comercial no beneficia a nadie, tampoco a Trump. China forma parte integral de la fabricación de muchos artículos ”americanos” que luego se importan a EEUU (todos los iphones se ensamblan ahí, por poner solo un ejemplo). Los aranceles perjudican (mucho) a las compañías americanas y a países aliados que son parte intermedia de la cadena de producción. Es imposible rehacer dichos canales de fabricación de la noche a la mañana. Es más, China es destino esencial de las ventas de los exportadores americanos (empezando por los propios iPhone). Si reaccionan con medidas equivalentes, el perjuicio es doble. Y los ciudadanos, por más amor a la bandera que tengan, lo terminarían pagando todo mas caro. El lobby empresarial americano presionará para suavizar o retirar las medidas.
  • China no se quedará quieta pero tampoco puede hacer mucho sin autolastimarse. Pudiera haber reciprocidad arancelaria, amenazas a los intereses americanos en territorio chino u obstáculos para nuevas inversiones a medida que se avanza en la liberalización. En extremo, se podrían limitar los visados para visitas de ciudadanos norteamericanos. Y la madre de todas las medidas: la venta de la deuda pública americana que atesoran (1.17$ Trillones), que ciertamente podría causar serios problemas en los mercados americanos. En todos los casos, sería como dispararse a uno mismo en un pié. China sale tan malparado (o peor, según el caso) como los americanos en casi todas las opciones que puede contemplar para responder a las embestidas de Trump.
  • Métodos de negociación made in Trump: el presidente americano parece usar la amenaza como parte integral de su particular estilo de negociación. Si los precedentes sirven de indicación, la realidad es que luego se diluyen dichas amenazas, que tienen mucho más de verbal que de real. Sobran ejemplos. Resulta irónico que acabe eximiendo a sus socios del Nafta de los aranceles anunciados hace unos días sobre acero y aluminio cuando no deja de amenazarles con romper unilateralmente la zona de libre comercio. ¿Y Corea del Norte? De habernos tomado en serio a Trump, hace nada uno debería haber dado por seguro un conflicto nuclear. Hace dos semanas nos anunciaron que ambos líderes van a sentarse a negociar, en persona, como si nada (un autèntico duelo de titanes, en lo que a despropósitos verbales se refiere).
  • Las tecnológicas están pasando un mal rato. Las caídas de la cotización de Facebook por el uso indebido de datos de sus usuarios, o el impuesto que planea la UE sobre los beneficios de compañías tecnológicas (muchas de ellas americanas), han afectado al comportamiento del sector, que era el motor de los ascensos de los índices bursátiles americanos. Debemos recordar la coincidencia en el tiempo con los arrebatos proteccionistas de Trump (no seria correcto darle todo el mérito de las caídas bursátiles al Presidente, a nuestro entender). Al respecto de lo anterior, creemos que son meras correcciones, por un comportamiento excepcional (Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google habían batido en mas de un 80% al S&P500 en solo un año). Lo anterior deriva normalmente en tentación a recoger beneficios ante el menor problema. Debería servir de consuelo que el sector tecnológico americano cotiza a múltiplos similares que el resto del mercado (para nada hay burbuja, atendiendo a las métricas habituales).
  • Mid-term elections. En noviembre tenemos elecciones otra vez en EE. UU. y Trump basó gran parte de su campaña electoral (recuerden su “America First”) en una retórica proteccionista de la que debe hacer alarde a medida que estas se acercan. Esperemos que con el ruido le baste.
  • Asimetría a favor de los compradores. Algunos activos empiezan a tener mucho mas recorrido al alza que a la baja. Tomando el índice de la renta variable europea como ejemplo, y asumiendo que las expectativas de beneficios se cumplan (no tenemos porque pensar lo contrario: Europa se debería ver afectada solo marginalmente y mientras no descontemos que se desata una guerra comercial en toda regla, el impacto macro debería ser menor) los múltiplos que los inversores pagan por la misma se mantenga en el rango de los últimos años, la bolsa europea cotiza ya cerca de la parte baja del rango.

Por todo lo anterior, creemos que una guerra comercial real entre ambos países es altamente improbable, fuera de medidas de menor calado (y por tanto de efectos también menores). En cuanto a mercados financieros, creemos que estamos viviendo el reverso de la moneda de lo acontecido en el inicio de año. A los excesos de optimismo predominantes en enero se contrapone ahora una preocupación que entendemos un tanto exagerada, por los motivos antes expuestos. Creemos que la polvareda levantada por Trump terminará por aposentarse, para dejar ver un crecimiento de beneficios y una economía que sigue siendo muy sólida en ambos casos. Somos incapaces –es imposible– de preveer hasta donde/cuándo llegará la escalada verbal. En resumen, pensamos que quien tenga la paciencia debida, y mientras no se alteren los fundamentales, que siguen siendo muy buenos, debería ver recompensada la valentía.

Estaremos muy atentos para trasladarles cualquier cambio que mereza consideración.

David Macià, CFA®
Director de Inversiones y Estrategia de Mercados de Crèdit Andorrà Asset Management

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