
Durante estas últimas semanas se han oído muchos comentarios públicos de todo tipo sobre la situación de las tensiones comerciales entre los Estados Unidos y China. Los presidentes Trump y Xi hablaron hace poco por teléfono y ambos ofrecieron una visión positiva de la conversación. El presidente Trump también ha hecho con posterioridad algunos comentarios públicos optimistas sobre la posibilidad de un acuerdo. Sin embargo, la administración Trump también ha realizado varias declaraciones en el sentido de que no abandonaría su postura negociadora agresiva ni retrasaría el incremento de los aranceles del 10% al 25% previsto para el 1 enero sobre 200.000 millones de dólares de productos chinos. El asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, ha sido el encargado de lanzar los ataques de la Administración contra China, pero afortunadamente el presidente Trump tiene previsto dejarlo en Washington. No obstante, incluso algunos moderados, como Larry Kudlow, han mostrado una retórica dura contra China. Kudlow dijo hace poco que si China no alcanza un acuerdo con los Estados Unidos en la reunión del G-20, entonces el presidente Trump se verá obligado a cumplir su palabra de subir los aranceles.
Los inversores, con razón, se sienten confundidos con estos comentarios contradictorios y la cobertura mediática, centrada según los casos en las declaraciones más negativas o más positivas, no ha ayudado en absoluto. Pero más allá del ruido mediático, estos son nuestros escenarios para la reunión entre los Estados Unidos y China:
- Hipótesis optimista: un acuerdo verbal que frene la subida de aranceles al 25% del 1 de enero, que daría tiempo para una negociación comercial (quizás durante unos seis meses).
- Hipótesis de base: ambas partes continúan negociando, pero el 1 de enero se aplica la subida de aranceles al 25% sobre 200.000 millones de dólares.
- Hipótesis pesimista: los Estados Unidos y China no llegan a ningún tipo de acuerdo y la Administración Trump aplica aranceles, del 10% o el 25%, a otros 267.000 millones de dólares, además de los del 25% sobre 200.000 millones de dólares ya previstos.
Una visión constructiva sería considerar que las dos partes continuarán negociando, aunque esto no represente ninguna promesa de no aplicación de las subidas de aranceles. Se trata de un potencial resultado muy realista para esta reunión y es nuestra hipótesis de base. Consideramos que este resultado sería entre neutro y ligeramente decepcionante para los inversores, según el tono de Trump y Xi. Los inversores desean ampliamente un acuerdo que incluya un alto el fuego (la subida de aranceles queda en suspenso). Esperamos que este resultado impulse al mercado. Evidentemente, la hipótesis pesimista implica que las dos partes no acordarán ni tan siquiera continuar negociando y que la retórica hostil pasará a ser la protagonista. Si es así, es muy probable que el mercado continúe con su tendencia a la baja.
Complicaciones en las negociaciones: lo bueno, lo feo y lo malo.
Los negociadores de los Estados Unidos tienen una lista de 142 puntos por tratar con China. Varios de estos puntos pueden resolverse con relativa facilidad, pero China considera que una parte importante de ellos son no negociables y si los Estados Unidos presionan con estos es muy probable que se llegue a un punto muerto.
- Lo bueno: China podría fácilmente ofrecer una reducción material prácticamente inmediata en el superávit comercial China-Estados Unidos incrementando las importaciones de los Estados Unidos (el 5 de junio, The Wall Street Journal informó que China se había ofrecido a comprar 70.000 millones de dólares en productos de los Estados Unidos), así como reducir los aranceles de importación (este año, China ya ha aplicado dos reducciones de aranceles de importación, que han pasado de la media del 9,8% del año pasado al 7,5%).
- Lo malo: a los Estados Unidos les gustaría que China abriera más sectores de la economía a la competencia extranjera, redujera las restricciones a las empresas conjuntas y mejorara la protección de los derechos de propiedad intelectual. Estas peticiones implican unas reformas internas más difíciles para China y podrían provocar trastornos a corto plazo. China podría estar dispuesta a realizar estas reformas a medio plazo a un ritmo controlado (probablemente en cuestión de años).
- Lo feo: es muy improbable que China acepte renunciar por completo a sus políticas industriales, y en especial a su hoja de ruta para made in China 2025. China ha puesto en marcha algunas reformas internas que implican a las empresas de propiedad del estado, pero no se va a dejar presionar por los negociadores de los Estados Unidos para aplicar unas reformas más profundas de lo deseado. China también podría fomentar la neutralidad competitiva para poner sus empresas estatales en pie de igualdad con las empresas privadas/extranjeras. Estas reformas estructurales pueden necesitar más tiempo para materializarse que el que los Estados Unidos están dispuestos a esperar.
¿Compromiso?
Dada la dificultad de las exigencias de los Estados Unidos a China en materia de protección de derechos de propiedad intelectual, empresas conjuntas y política industrial en general, creemos que es prácticamente imposible que las dos partes lleguen a ningún acuerdo rápido. Si las negociaciones se estancan y la guerra comercial se recrudece, la única esperanza que nos quedará será que provoque suficientes inquietudes en el mercado y económicas para ambas partes como para que se vean llamadas a llegar a un compromiso. Un hipotético acuerdo abordaría las exigencias clave de los Estados Unidos que son compatibles con la estrategia económica de China.
El tango es cosa de dos
Tanto el presidente Trump como el presidente chino Xi deberán maniobrar conjuntamente en el complicado mar político para presentar al mercado unos resultados razonables. El hecho de que durante las negociaciones Trump tienda a confiar más en sus presentimientos en lugar de ceñirse a una estrategia planificada nos da una cierta esperanza. Esto podría llevarnos a un delicioso asado argentino entre los dos líderes mundiales que termine con un acuerdo verbal que satisfaga a los inversores.
O quizás los dos bailarines tropiecen y pongan en riesgo la economía global