
Ha habido un cambio de comportamiento en la inversión que realizan los fondos de retorno absoluto de renta fija.
En relación a este cambio en la industria, Aviva ha preparado el informe Construyendo la resistencia de las carteras en el que explica que las inversiones que tradicionalmente hacían los fondos de renta fija con objetivo retorno absoluto eran bastante sencillas. Generalmente implicaba una compra de bonos de cualquier tipo (soberanos, corporativos, de mercados desarrollados o de mercados emergentes), que se basaba en cosechar la rentabilidad ofrecida por asumir el riesgo de duración y el riesgo de crédito.
Pero existen otras alternativas, y dado "el cambio tan rápido producido en el mercado de renta fija", en los últimos años estas alternativas se utilizan más que nunca con el objetivo de asegurar el retorno absoluto, es decir "rentabilidades positivas contantes por encima de 0%".
Estas estrategias alternativas incluyen, entre otras, aprovechar los diferenciales de valoración relativa o tomar posiciones cortas para beneficiarse del aumento de los tipos de interés.
Los fondos de retorno absoluto que utilizan estas nuevas estrategias pueden invertir tanto en estrategias direccionales y como no direccionales. Lo que normalmente implica una rentabilidad objetivo del 2% al 4% al intentar limitar el riesgo de las caídas.
Desafíos de la inversión tradicional
Los fondos tradicionales de renta fija históricamente han proporcionado tres beneficios: cobro de cupones, diversificación y preservación del capital. Pero el informe de Aviva sostiene que "hay una serie de razones para pensar que esta clase de activos no continuará cumpliendo con esos requisitos en los próximos años".
Un problema obvio es que los bancos centrales están a punto de comenzar –en Estados Unidos ya han comenzado– a subir los tipos de interés, revirtiendo la tendencia que ha beneficiado el uso tradicional de instrumentos de renta fija en los últimos años.
Los bonos soberanos y muchos bonos corporativos han estado trabajando en los últimos años para llegar a tipos históricamente bajos, lo que ha llevado a los índices a una extensión significativa de la duración, o mayor sensibilidad a los tipos de interés.
Los inversores con libertad para invertir en distintas divisas han podido evitar parcialmente este problema, pudiendo evitar geografías, sectores o subcategorías de activos según lo consideren oportuno.
El "tapering" y los eventos que podrían suceder
La diversificación que tradicionalmente aportaba la renta fija también está disminuyendo. El taper tantrum de 2013, la reacción ante la sorpresa de la elección de Donald Trump en 2016, o el aumento en la volatilidad a principios de este año, son buenos ejemplos que incluso los bonos gubernamentales ya no actúan siempre como diversificadores.
En 2013, la Reserva Federal estadounidense anunció que planeaba reducir gradualmente la cantidad de dinero que estaba inyectando en la economía y disminuyó esa cantidad en lugar de terminar en seco de inyectar dinero. Los inversores sacaron su dinero del mercado de bonos rápidamente, no de manera gradual, lo que provocó un brusco aumento de los tipos de interés y fue bautizado con la expresión taper tantrum.
La rentabilidad del bono a 10 años del Tesoro estadounidense aumentó un 1,4% entre mayo y principios de septiembre de 2013. Otros bonos soberanos se vieron contagiados.
En la bolsa también se vio algo de pánico: el Dow Jones cayó 659 puntos entre el 19 y el 24 de junio. Claramente, una cartera diversificada entre el Dow Jones y una posición larga de bonos soberanos no habría ayudado a diversificar.
Conclusión
Otro ejemplo que nos sirve de conclusión. En noviembre de 2016 Reuters informaba que la sorprendente victoria de Trump acababa de "aniquilar más de 1 billón de dólares en los mercados mundiales de bonos" en apenas dos días. La historia contenía más lenguaje dramático; debido a esa estampida, la rentabilidad del bono americano a 30 años veía "su mayor aumento semanal desde enero de 2009".
El jueves después del día de las elecciones, la rentabilidad del bono a 10 años alcanzaba el 2,11%, y Goldman Sachs pronosticaba que se dirigía al 2,50%. Goldman tenía razón. La yield superaría el 2,50% durante el período de transición presidencial. Incluso siendo telegrafiado, la yield había pasado del 1,40% en julio al 2,50% en pocos meses.
Por lo tanto, es recomendable no tener miedo a la búsqueda alternativa de rentabilidades. Aunque a veces sean apropiados niveles razonables de exposición a la duración y el riesgo crediticio, en otros se requerirán diferentes impulsores para obtener mayores rentabilidades, como el arbitraje de la curva, los bonos ligados a la inflación, las estrategias con divisas, las posiciones cortas o de valor relativo como se mencionó anteriormente.