
La inflación continúa al alza en Latinoamérica. La causa más evidente la encontramos en el incremento del precio de las materias primas. La reapertura de las economías, unida a las políticas de expansión monetaria y fiscal por parte de bancos centrales y de gobiernos, ha propiciado un entorno en el que la demanda crece con fuerza, tanto que la oferta, más inelástica y abandonada durante meses, no es capaz de satisfacer la primera. Los confinamientos intermitentes en buena parte de Latinoamérica han dado la puntilla a una ya de por sí doliente cadena de suministro.
Los elementos más volátiles en el cálculo de la inflación son a menudo excluidos para contar con una imagen más estable de la misma. Hablamos de la energía y los alimentos, componentes más difíciles de separar en los países emergentes, donde el coste de las materias primas sobre el valor añadido de los bienes y servicios es muy superior al de los desarrollados.
El alza de los precios del petróleo no sólo afecta al bolsillo de los consumidores cuando llenan de gasolina los depósitos de sus coches, sino también de forma indirecta al ver cómo infinidad de productos ven incrementados sus costes de producción. Por otro lado, el peso de los alimentos en países como Brasil supone cerca del 25% de la cesta de precios al consumo. Por si todo ello fuera poco, varios países de la región como México o Brasil han sufrido sequías este año, lo que ha afectado a la producción agrícola y ganadera, y por ende ha presionado al alza los precios de los alimentos.
Los bancos centrales en ocasiones se ven obligados a tomar decisiones apresuradas para calmar el descontento social
La mayoría de los países están viendo niveles de inflación por encima de sus rangos objetivos. En México la tasa de inflación interanual alcanzó en agosto el 5,59%. Perú vio como los precios aumentaron el 4,53% durante los últimos doce meses. Colombia también superó el rango objetivo del 4% del Banco de la República, con un incremento del 4,4%, y Chile se situó en el 4,8% en el octavo mes del año. Brasil, primera economía de la región, presentó alzas en los precios del 9,68% en agosto.
Los bancos centrales de la región se apresuraron a bajar los tipos de interés para luchar contra los efectos de la pandemia en las economías, pero los niveles de inflación recientes los han obligado a al menos enderezar el volante monetario.
Buena parte de la población ni tan siquiera tiene cuenta bancaria
En México la tasa oficial ha subido hasta el 4,75% desde el 4%; también Perú encadena incrementos acumulados de 75 puntos básicos que dejan los tipos en septiembre en el 1%. Al lector no le sorprenderá que el Banco Central de Brasil haya sido el más agresivo en los últimos meses, al llevar los tipos de referencia hasta el 6,25% desde mínimos del 2% durante la pandemia y prácticamente alcanzando los niveles del 6,50% previos a la misma. Chile ha aumentado los tipos en 100 puntos básicos; el Banco de la República de Colombia ha sido el último en actuar y finalmente ha agregado 25 puntos básicos, hasta el 2%.
Sin embargo, los bancos centrales enfrentan algunos obstáculos para conseguir moderar la inflación más allá de las subidas de tipos El tamaño de la economía informal, con niveles bajos de préstamos y donde buena parte de la población ni tan siquiera tiene cuenta bancaria, son ejemplos de situaciones donde las autoridades monetarias no llegan con facilidad.
Además, los bancos centrales en ocasiones se ven obligados a tomar decisiones apresuradas para calmar el descontento social provocado por el aumento de precios. Es por ello que estos países enfrentan un dilema monetario importante -una vez más-, teniendo en cuenta que las economías aún cuentan con un largo camino por recorrer para recuperar niveles de producto interior bruto anteriores a la pandemia.