
En estas mismas líneas, en verano, escribíamos que el precio del gas debería normalizarse cuando pasara la tormenta; a comienzos de 2023 no nos sorprende ver que el precio del gas ha caído más de un 60% desde máximos del verano. Y eso que la tormenta a nivel geopolítico todavía no ha pasado, pero sí nos aproximamos al final de la tormenta para el mercado del gas.
El consumo de gas en Europa cayó bruscamente en diciembre. No es sólo el impacto de unas condiciones meteorológicas más suaves, sino que la mentalidad de consumidores particulares y empresas ha cambiado respecto al deseo de consumo de gas. Al mismo tiempo, las importaciones de gas natural licuado (GNL) alcanzaron un nuevo máximo histórico. En consecuencia, las existencias aumentaron en la segunda quincena de diciembre, algo sorprendente en pleno invierno. No es de extrañar que el precio se haya desplomado.
De este modo, las importaciones de GNL se han incrementado respecto a años anteriores. Estados Unidos, Qatar y Rusia (sí, ¡Rusia!, que aunque ha bajado sigue representando el 18% de las importaciones de GNL) siguen siendo los principales proveedores, pero también se está importando de Angola, Guinea Ecuatorial y Egipto. Además, España está reexportando al perímetro europeo su gas sobrante.
El pasado año Europa terminó el invierno (finales de marzo de 2022) con un 24% de existencias. Posteriormente, los operadores consiguieron aumentar las existencias hasta el 96% a finales de octubre, lo que supuso un alivio al entenderse que evitábamos quedarnos sin gas en invierno. Si se mantienen las tendencias de estos últimos meses, llegaríamos a finales de marzo con un 51% de existencias de gas, por lo que no sería un problema no tener importaciones desde Rusia para llegar al invierno de 2023 con el inventario lleno nuevamente.
La tormenta para el mercado de gas llega a su fin al encontrar alternativas de suministro, y el precio debería también normalizarse a un nivel todavía inferior al actual.